Mi Angel

Prólogo


Luego de una vida llena de drogas y alcohol Thomas decide ir a rehabilitacion, se canso de despertar hediondo a vomito con una puta a su lado, lentamente se consumia en su mierda y ya no lo soportaba.
Se puso en contacto con sus padres... Luego de unos meses aun sentia ese vacio, entro en la universidad y ofrecio su ayuda al centro donde años atras lo habian ayudado a el.
Alli conocio a Emma aquella chiquilla que robo su corazon, no le importo nada y se enredo con ella, ¿Pero que haria si ella queda embarazada? El no quiere ser padre, tiene demasiada mierda encima y sobre todo ¿Como lo maneja si ella es menor de edad?

Capitulo 1

Desde que era pequeña su padre sabía que tendría un fuerte temperamento, pero jamás se imagino que podría llegar a ser tan cruel sin ninguna explicación, era un niña terrible desde que él se caso con Amanda.

Emma con apenas 6 años hacia berrinches y gritaba que la odiaba, Amanda solo se quedaba callada pues sabía que no era fácil aceptar a otra mujer con su padre. A los meses de casados Amanda quedo embarazada, ella y Michael pensaron que al tener un hermano Emma podría suavizarse y sacar su lado protector, ¡Que equivocados estaban!. Amanda aun recuerda con dolor cual fue la reacción de esa pequeña niña a la que consideraba una hija

Flash Back:

Emma había llegado de la escuela y esperaba impaciente lo que le tenían que decir, sentada en el sofá.

-Emma...-comenzó Michael, pero él no era bueno con las palabras-Tendrás un hermano- soltó sin anestesia.

La cara de la niña hizo una extraña mueca y se puso roja, de repente salto de su asiento.

-¡QUE?- la niña era baja y menuda pero se podía ver la rabia en sus facciones.

-Cariño podrás cuidarlo, y ayudarme a cambiarlo, jugar con el...- empezó ilusionada Amanda.

-Yo no quiero ningún mocoso llorón- vio su vientre aun plano- quiero que te lo saquen-y con eso salió corriendo escaleras arriba.

Amanda lloro como nunca lo había hecho y Michael estaba estupefacto.

Fin Flash Back.

Cuando el bebé nació Emma no lo quería ni ver, solo repetía que ese jamás seria su hermano.

Con los años el pequeño Danny fue creciendo y admirando a su hermana, la perseguía a todas partes, sin embargo Emma solo lo rechazaba, le fastidiaba su presencia y se lo hacía saber de una manera extremadamente cruel, le gritaba que se alejara de ella. Amada solo lo abrazaba y le aseguraba que ella lo amaba solo había que darle tiempo.

Con el tiempo la actitud de Emma solo empeoraba, viendo con ojos recelosos como Daniel recibía la atención y el cariño que ella desde el principio había negado. Mucha veces trataba de golpearlo pero se contenía, se vio teniendo pensamientos anormales para una chica de 14 años.

Michael la obligaba a ayudar a Daniel con sus estúpidas tares de primaria, tratando así que dejara a un lado su actitud tan fría con el pequeño. El niño emocionado llegaba de la escuela corriendo al comedor a esperarla, pues aunque le dolía la indiferencia de Emma la admiraba, para el niño ella una heroína. Emma tenía una belleza natural, su largo cabello rubio rojizo, sus grandes y expresivos ojos chocolates, sus mejillas redondeadas y llenas de diminutas pecas, sus labios color cereza que no habían sonreído desde hace años.

A ella solo un pensamiento la atormentaba: el rechazo de su madre. Ella no le daba importancia era muy pequeña para saber que hay personas que jamás deberían ser padres. Pero cuando comenzó la escuela los niños la molestaban diciéndole que su mama no la quería y por eso los había abandonado. Su rabia solo creció cuando Amanda llego a su vida, esta la trataba como a una hija pero eso no bastaba, luego llego Daniel y solo podía pensar que a él su mama si lo quería.

Se juntaba con muchachos revoltosos, debajo de sus ropas se podían apreciar las marcas que ella misma se hacía con una navaja robada, se saltaba las clases para tomar alcohol y luego que probo la droga, se volvió adicta, nunca salía de su cuarto y Michael solo le daba su espacio, cuando en realidad detrás de la puerta esta una Emma con ojos rojos si saber ni siquiera la fecha.

Cumplio 16 y sorprendentemente su padre jamás descubrió lo que hacía, cuando lo llamaban del instituto, ella lo convencía que solo se escapaba a dibujar. Era una bomba de tiempo que en cualquier momento podría explotar.

Se encontraba con Daniel fastidiada de que ese estúpido castigo le impedía ir con los muchachos a drogarse un poco. El chico estaba discutiéndole porque según él la maestra le había explicado el tema de otra forma, la voz que Emma encontraba bastante chillona repetía una y otra vez que estaba equivocada.

-¡YA CALLATE DE UNA MALDITA VEZ!- Gritó dejando pasmado al niño.

-Pero... Emma- le tembló la voz por las lagrimas que se formaban en sus ojos.

-¡QUE TE CALLES!- lo agarro por el brazo y lo empujo fuertemente hasta que choco con el comedor, el niño gimió de dolor-¡JAMAS DEBISTE HABER NACIDO, ERES SOLO UN MALDITO ESTORBO!- y estampó su mano en la mejilla del pequeño.

Emma no fue consciente de que su padre y Amanda habían llegado y se habían apresurado al escuchar los gritos. Michael no podía creer lo que veía por lo que solo le brindo una gran cachetada a Emma, quien lo miro con ojos rabiosos.

-Anda quédate con tu perfecta familia- Miro con ira a Daniel y Amanda- de todos modos jamás pertenecí a ella. Y salió corriendo a su habitación. Cerro con seguro y fue en busca de su navaja, no pensaba coherentemente por lo que empezó a escribir en su marcado antebrazo izquierdo "I HATE YOU DAD"

Michael salió en busca de Emma y encontró la puerta cerrada por lo que busco la llave de la habitación, cuando entro vio a Emma sentada en la cama con la navaja marcando su brazo



                                                                      . . .
Así fue como Michael investigó y vio las marcas en su cuerpo, encontró droga escondida en su cuarto, busco ayuda profesional y el Dr. Garrett le recomendó que la internara en un centro de rehabilitación pues Emma no quiso decirles desde cuando consumía drogas.

Emma estaba iracunda cuando el 13 de agosto era llevada al Centro de Rehabilitación de Chicago.


Capitulo 2

Aun recuerda la primera noche, la ansiedad, la desesperación, ella junto su compañera de cuarto gritaron, la sensación de tener bichos caminando por tu cuerpo, era desagradable, trato de calmarse pero no podía hacer mucho mientras escuchaba a Camila gritando pidiendo ayuda, por más que trato de explicarle que esa sensación era su organismo acostumbrándose a no tener mierda, la chica no se calmo. Y eso no ayudaba en nada a su estado.
Luego fue la tediosa rutina de ir a las conversaciones en grupo, donde personas que habían asistido a ese centro de rehabilitación, contaban sus experiencias cuando estaban en el mundo oscuro del consumo de drogas en exceso. Ella trataba de pasar desapercibida, no participaba en esas charlas, se ocultaba tras su cortina de cabello, y se colocaba en la esquina mas recóndita del salón.
Pero no podía evitar reflexionar, a veces se preguntaba ¿Por qué mierda me hice dependiente de las drogas? ¿Valía la pena pasar por todo esto, solo porque me sentía rechazada? Últimamente pensaba mucho en su familia, ella no se acordaba de su madre, no podía decir si tenia algún trastorno mental, o algo que le hiciera una idea de por qué su madre la abandonó, Michael se encargó de darle afecto por doble, Amanda la trataba como a una hija, entonces ¿Por qué obsesionarse con una persona que jamás la quiso a tal punto de hacerse daño físicamente?
Odiaba esas horas, donde se preguntaba que sería de ella, si todo fuera distinto, si jamás hubiera conocido a Carlos, Anastasia, Jon y uno que otro chico que ocasionalmente se juntaba con ellos solo para hacer un "viaje"
Estaba hablando el único chico que llamo su atención era Thomas Bollingbroke, un chico perfecto, alto, cabello castaño cobrizo, hermosos ojos grises, en fin de un atractivo exquisito, el ser más hermoso que jamás había visto, su hermosa voz ronca y baja, hacia que prestaras mayor atención a lo que decía. Emma le gustaba estudiar sus facciones, las expresiones que utilizaba al hablar, estaba como obsesionada.
-...Desperté con un horrible dolor de cabeza, con el cuerpo agarrotado, como si cada brazo pesara 150 kilos, a mi lado estaba una chica que se hundía en su propio vomito, creo que las cucarachas de ese asqueroso cuarto de hotel se acostumbraron a mí, pero a pesar de todo eso ¿saben que fue lo primero que hice? Prepare un pequeño hilo de coca-soltó una risa irónica- Eso no era lo que quería, no quería que el hedor del alcohol, vomito se volvieran parte de mi día a día...- Embobada con su forma de hablar, corrió un poco el cabello de su cara.
Thomas termino de hablar, y se percató que no era la única que había estado idiotizada, eso le molestó, era como si creerá que él solo podía ser suyo, eso le preocupaba, le preocupaba mucho.
El chico paseo la vista por el lugar y se encontró con los pozos chocolates de la "Rubia Siniestra" como habían apodado a la chica, rápidamente volteo su cara, Emma sonrió pues se dio cuenta que la miraba de reojo de vez en cuando, eso era una buena señal.
Luego de unas cuantas horas de reflexión, llegó la hora del almuerzo, era lo mismo que los días anteriores, buscar la bandeja, ir a un lugar alejado, esperar que pasara esa hora sin hacer nada, realmente, y luego ir a las hora sobre el control de ira, si Michael le buscó el paquete completo.
Thomas que hablaba con la Enfermera Molly, aquella señora de cincuenta y tantos, que amable lo recibía, todas las veces que entro a rehabilitación, eso era lo más fastidioso, salir de rehabilitación y no tener la suficiente fuerza de voluntad y volver a caer en los mismo. Observó como aquella rubia se dirigía a un árbol bastante alejado, algo positivo de la rehabilitación es que ahora era mas carismático, le gustaba hablar con los jóvenes nuevos, tratar de ayudarlos y ella no sería la excepción.
Se disculpó con Molly y se hizo camino al árbol, mientras más se acercaba, se cuestionaba ¿Qué podría decirle? no había pensado su plan muy bien.
-Hola- trató de ser amable, pero la chica solo lo miró frunciendo el ceño.
Emma había quedado muda, aquel ángel caído le estaba hablando, con su arrebatadora sonrisa torcida, su desordenado cabello, todo él era una invitación al pecado. Thomas quien esperaba una respuesta, se sintió incomodo por su mirada inquisidora.
Emma parpadeó y le sonrió de forma sincera, como hacía años no lo hacía, pero no le paso desapercibido el hecho que Thomas se quedo embobado mirándola, eso hacía que su ego aumentara considerablemente.
-Eh...¿Hola?-dijo aun confundida- ¿Te quedaras ahí parado o quieres sentarte?
El chico solo rió y se sentó a su lado
-Te hare una pregunta espero no te incomodes- dijo Emma luego de unos minutos, Thomas solo asintió para que prosiguiera- ¿Como coño alguien como TU caería en las drogas?
Thomas se sorprendió ligeramente, la chica era muy directa, al no le gustaba hablar de el Por qué. Ni con su familia, incomodo se rascó la nuca.
-Eh... pienso que los jóvenes, están mas expuestos a consumir drogas, y volverse adictos, no siempre hay una razón especifica, son como quien dice cosas que pasan- y se encogió de hombros
-Eso no fue lo que te pregunte, pero supongo no es un tema para hablar con una desconocida.
-Cierto, eres una desconocida, muy linda, pero también misteriosa- el tono para decir la última palabra fue exageradamente un intento de sonar escalofriante.
-Si, esa soy yo, la Rubia Siniestra, uhhhhh- movió sus dedos de manera cómica, Thomas casi se atraganta con su propia saliva, ella era consciente del sobrenombre que le habían puesto.
-No pareces tan siniestra, si no tuviera que aconsejarte, podría intentar ligar contigo- le guiño el ojo.
-Nadie tendría que enterarse- le susurró al odio, el aliento fresco de ella en su oreja produjo un escalofrió en su columna, trago en seco.
-Seria nuestro secreto- volteó la cara y quedaron muy cerca el uno del otro, la atracción era mutua, se podía ver de lejos.
-Tendrías que andar con cuidado, soy agresiva-dijo seria, se alejó del él e hizo una seña con su mano como si fuera una garra- GRRRRR- ambos estallaron en carcajadas tratando de dejar atrás el momento de tensión.
-¿En serio?- puso cara de incredulidad- Pero si eres toda adorable- puso vocecita de niño chico, aguantando la carcajada.
Emma frunció el ceño, lo fulminó con la mirada y lo golpeó en el hombro con todas sus fuerzas. Thomas ni sintió el golpe, pero se hizo el dolido.
-Está bien- dijo alzando los brazos en señal de paz- ya no me meteré contigo Gatita ¡Miau!- y estalló en carcajadas y sorprendentemente Emma lo acompaño.
-Yo diría que soy una Tigresa- dijo pensativa.
-Yo podría ser tu Tigre ¿no?- le siguió el estúpido juego.
-Claro, nadie llenaría mejor ese cargo que tu, ahora ¿Cómo te llamas Tigrillo?- le preguntó aunque sabía muy bien la respuesta.
-Thomas Bollingbroke, a sus fieros servicios- hizo un gesto bastante teatral.
-Bien, aunque no le interese Mr. Bollingbroke, me llamo Emma Morgan- dijo tratando de sonar indignada.
-Por supuesto que me interesa, trataba de hacerme de rogar... Emma, hermoso nombre.
-Gracias-se sonrojo, algo totalmente increíble, Emma Morgan se sonrojo por un chico- ¿Cuántos años tienes?
-25 recién cumplidos ¿y tú?
-¡OH, Que mala suerte tengo! no podre ligar contigo- hizo un puchero- tengo 16.
-Nadie tendría que enterarse- repitió sus palabras, y al igual que ella se lo susurró al oído.
-Totalmente de acuerdo-dijo ella tratando de ignorar la sensacion en todo su cuerpo.
Luego de esa extraña conversacion entre los infantil y lo doble sentido, hablaron de cosas banales, a Emma le sorprendió que Thomas habia recorrido Europa, siendo uno de sus grandes sueños, él a modo de juego le prometió que ella lo acompañaria en su proximo viaje, Emma se encontraba muy relajada, algo raro en ella que tendia a ser muy paranoica, y casi nunca entablaba una conversación real con nadie.
Thomas estaba fascinado, tenian tantas cosas en común, esa chica era de armas tomar definitivamente, queria saber cada miníma cosa de la chica, era maravilloso cuando ella se perdia en sus pensamientos, hablando de sus ideales y sus hermosos ojos chocolates parecian cobrar vida propia.
Él aunque no lo quisiera aceptar se sentia completamente atraido, y eso le producia una sensación desagradable en la boca del estomago, no queria volver al principio de toda su mierda, tanto esfuerzo por tratar de romper ese circulo viciosos, y esta chica llega como si nada y pone en peligro todo su trabajo. Pero no pensó mucho en eso.
-Eres realmente fascinante- dijo él sin pensar, y solo logro que Emma se sonrojara, en tan poco tiempo, y sentia que ella era un libro abierto, por lo menos para él, era asi.
Emma trato de ignorar su comentario, pero no pudo evitar que su corazón se acelerara y sus mejillas se colorearan, trato de ocultarse tras una mata de cabello, pero Thomas con cuidado coloco los mechones de cabello rubio, detras de su oreja, y le regaló una sonrisa pícara. Deseaba besarla, no la conocia muy bien, pero deseaba hacerlo, era algo un tanto ridiculo, que se comportara como un crío cuando ya se podria decir que era un hombre.
Ella por su parte se sentia rara, jamas un chico habia llamado su atención, ni siquiera el guaperro de Carlos, cuando intentaba conquistarla. Era ironico, trataba de pasar desapercibida y encerrarse en su mundo, llegaba este chico y se lo impedia, jamas hablo tan sinceramente en su vida.
Era algo raro para ambos, pero eso no podria hacer ningun mal, o al menos eso creian.
El tiempo paso realmente rápido y ya se había terminado la hora del almuerzo. Thomas debía ir a resolver unos asuntos con su familia, se percató de la hora y con desilusión se levantó
-Me tengo que ir pequeña, pero creo que el lunes nos veremos- la ayudó a levantarse y le plantó un sonoro beso en la mejilla.
Emma se sonrojó y solo susurro un "adiós" mientras lo veía alejarse, trataba de despejar su mente, pero algo tenía muy claro. Haría todo lo posible por tener algo con Thomas, de eso no había duda.

Capitulo 3



...Su cuerpo inerte yacía a sus pies, de sus ojos solo brotaban lagrimas, de su garganta gritos desgarradores, si tan solo...

Cayo de rodillas, sin fuerza y tomo el cuerpo frágil sin vida, lo apretó contra su pecho, no lo quería creer, todo era sueño, si... Un mal sueño, despertaría y vería su hermosa sonrisa, sus ojos brillando solo por él. Tenía que ser así, ella no podía morir, no ella no...
... Despertó sobresaltado, sudado, y con el corazón acelerado, los latidos le retumbaban en los oídos, necesitaba calmarse, de lo contrario volvería a ese círculo vicioso del que tanto le costó salir.


Ya no podría conciliar el sueño y tampoco tenía muchas ganas de intentarlo, fue a la cocina por un vaso de agua, lo bebió en cuestión de segundos, como un sediento que no había bebido en semanas.


Las imágenes del sueño habían quedado grabadas en su retina... Tanto tiempo sin soñar con aquello, recuerda las semanas en las que lloraba como niño pequeño, la única solución que encontró en ese entonces era drogarse, pero esa mierda lo hacía todo peor, se emborrachaba en algún bar de mala muerte y follaba a chicas que tuvieran un mínimo parecido a ella, color de cabello, ojos, cualquier cosa...


Se despabiló tratando de eliminar esos recuerdos, aunque sabía que aquello era imposible, vio el reloj y apenas marcaba las 4:26 am


Prendió su notebook, necesitaba distraerse, estudiar eso le haría bien... Siempre soñó con ser un gran Obstetra como lo era Carlos, su padre, o simplemente quería estudiar medicina, en esos años no estaba seguro de la especialidad, pero se desvió de ese camino... Cuando decidió volver a estudiar, no le apetecía pasar tantos años, sabía que ninguna carrera era fácil, pero la verdadera razón, era que no quería tener nada que ver con personas moribundas, familias sufriendo ni mucho menos. No tenía dificultades económicas, contaba con la gran herencia de su abuelo, sin embargo decidió estudiar Administración de Empresas, por lo menos había terminado el instituto, pero no era fácil ser el mayor de todos... Estaba cursando el 4to Semestre, hasta ahora lo mejor era Mercadotecnia Básica.


Tenía una rutina bastante simple, algunos días a la semana se pasaba en la mañana al Centro de Rehabilitación... Al principio simplemente pasaba a saludar a algunas personas que se volvieron realmente importantes para él, luego el Dr. Stevens lo convenció para que fuera parte de su grupo de ayuda, que consistía en ex-pacientes ayudaran a los jóvenes a cambiar su vida.


Sí, todo era pura filosofía de mierda, pero realmente ayudaba. Luego de eso iba a sus clases en la noche, últimamente se sentía agotado, llegaba a casa prácticamente en la madrugada y sus horas de sueño cada vez eran más escasas, y ahora volvieron aquellas terribles pesadillas.


Algo bueno de todo esto, es que en las últimas semanas realmente se había hecho amigo de Emma, cada vez el coqueteo era más intenso, y no podía negar que siempre se perdía pensando en lo suave que serian sus labios. Cada vez era más difícil controlarse, pero debía hacerlo, era solo una chiquilla, sospechaba que tenía algo oculto, algo que la hacía distante con los demás, pero todos tenemos secretos y él no era nadie para tratar de averiguar los de ella, cuando era claro que en sus planes no estaba contarle los suyos.


Ese día no iría al Centro, tocaba la tediosa visita a su familia, Carlos y Esmeralda Bollingbroke, era hijo único, pero sus padres habían criado a sus primos desde que sus tíos habían muerto en un trágico accidente, así que los consideraba sus hermanos, los gemelos Alicia y Anthony. Una familia perfecta, demasiado perfecta a su parecer. Su padre no era el mismo desde que él trato de rehacer su vida, su madre era excesivamente cariñosa, Tony en su presencia era callado, pero analítico y Alicia era... Solo ella, sobreprotectora con su familia, siempre lo miraba con reproche, y Thomas solo trataba de hacerse el desentendido sabia que ellos habían sufrido sin saber donde estaba, o si al menos estaba vivo, por lo que fue una sorpresa cuando entró a rehabilitación, todos lo apoyaron a su manera, Alicia lo miró de forma burlona todas las veces que volvía a caer.


Así que visitar a su familia no era de su agrado, sobre todo por Carlos, ese hombre que por años fue su ejemplo a seguir, ahora lo consideraba un hombre lleno de apariencias.


Llegó a la gran casa, muy ostentosa, luego de pasar la reja de seguridad dejo a un lado su hermosa Harley.


La dejo allí por cualquier emergencia saldría corriendo sin mirar atrás, se acerco a la puerta, su corazón bombeaba con fuerza, era absurdo se sentía como un criminal esperando los segundos para ir a la silla eléctrica, aunque tal vez aquello no se alejaba de la verdad. Solo que estar con su "familia" era una muerte dolorosa.


-Thomas, haz estado como 6 minutos aquí afuera, pasa hijo- y así empezó en circo con Esmeralda haciendo su gran y exagerada entrada, sonriendo con sus labios pintados de rojo chillón, claro lo abrazó clavándole su perfecto y sobrecargado manicure en la espalda, y marcándole sus decrépitos labios en la mejilla. No podía ser todo mas repulsivo.


-Thomas-Ah... La lengua o en este caso mente ciertamente es el castigo del cuerpo, para muestra un botón... El imponente Dr. Bollingbroke descansando su peso en la pared cercana, lo miraba fijamente, reconocía esa mirada, no era la primera vez que se la dedicaban, pero era doloroso viniendo de su propio padre, o al menos al principio, en su mirada solo había rechazo, decepción, reproche... Como si todo lo que paso fuera su culpa.


-Carlos- y si, lo hizo a propósito, pero ese hombre no merecía ser llamado padre, un padre no da la espalda a su hijo en momentos tan difíciles como... Aquellos.


-Pero pasa, todo está listo solo esperábamos por ti...-Su madre siempre tan obvia, empezó su parloteo habitual para intentar cortar esos momentos de tensión, claro con resultados totalmente desastrosos.


El solo quería quedarse en su departamento dormir, o mejor aun ir al Centro y ver a Emma. Diablos, esa chiquilla lo había calado a fondo.


Entró al comedor, como era de esperarse Anthony evito mirarlo, y Alicia solo lo miraba con odio, porque por más que dijera que era solo reproche, Alicia lo odiaba, y todo por no querer escuchar razones. Pero el simplemente se cansó de intentar, solo se dejo llevar, necesitaba olvidar...


-Thommy tienes la mirada perdida- Prefería mil veces aquellos silencios incómodos, que escuchar a Esmeralda intentando hablar con él, eso debió hacerlo antes, pero ni siquiera ella mostro el mínimo indicio de apoyo o amor maternal. Su familia estaba muy lejos de ser lo convencional.


                                                                               . . .


Emma solo jugaba con su comida, no lo quería aceptar pero prácticamente trepaba las paredes esos días en los que Thomas se ausentaba por cuestiones desconocidas, volvía a subir sus barreras, miraba recelosamente a todo aquel que se le atravesara, era como una espinilla en el culo, realmente se volvía fastidiosa, pero sobre todo para la señora Molly, se había dado cuenta que era la persona que tenia 100% la confianza de Thommy.


-Es tan guapo, ya verás el aceptara una cita conmigo, me canse de esperar que el me invite a mi- Escuchaba el parloteo de Chelsey una fastidiosa enfermera, tenía entendido era nueva.


-Ojala y Thomas en serio acepte una cita contigo, es todo un bombón- escucho a la otra chica responderle, su sangre hirvió rápidamente, le entraron unas ganas inmensas de partirle la cara de porcelana a la estúpida esa, y dejarle en claro que Thomas era suyo.


Trato de no pensar mucho, y con gusto se dirigió a su clase de "Control de ira" que le venía de maravilla en esos momentos.


20 minutos después solo jugaba con un mechón de cabello sin prestar realmente atención a lo que decía el Sr. José.


-A ver Emma, nunca participas, dinos cuales son las situaciones que te ponen al límite?-Pregunto sacándola de su ensoñación.


-Que toquen lo que es mío- no pensó mucho, no podía sacarse las palabras de la pelirroja de Chelsey.


-¿A que te refieres con lo que es tuyo? ¿Con cosas materiales?- La confusión era palpable en la palabras de José.

 




-Mas o menos, pero también a las personas, que son mías, alguien quiere acercarse por cuestiones que no me agraden y soy capaz de matar, no bromeo- Las palabras salieron en un susurro ronco, amenazador, no dejando dudas de que hablaba en serio. No sabe por qué pero José se estremeció, inexplicablemente creyendo que cumpliría sus palabras.


-Está mal creer que posees a alguien, todos somos libres- ya no hablaba tan seguro como antes.


-No, si yo decido que algo o ALGUIEN es mío, no hay nada ni nadie que me contradiga- se relajo en su puesto- O bueno pueden intentar llevarme la contraria, pero por las buenas o por las malas tendré la razón.


José simplemente no quería seguir hablando del tema, no fue su postura, ni sus palabras, fue el tono, la mirada y la sonrisa enigmática, que lo hicieron temer.


Con cansancio y mucha bronca se dirigió a su cuarto, ese asqueroso espacio tan reducido, odiaba esta situación, pero estaba consciente que la había cagado, se suponía que debía mostrar avances pero claro en vez de eso muestra que sus estados de violencia no habían mejorado para nada. Por supuesto la cago mucho cuando José le pidió que pasara al centro.


Flash Back


-Emma por favor, demuéstranos con esta almohada como reaccionarias cuando alguien quisiera meterse con "lo tuyo".


Le pareció algo tan estúpido, lo haría fácilmente, y dejaría atrás la mala impresión que le dio el día de hoy.


Era simple pasar y hacer una simulación de una persona que de manera civilizada arregla un problema, si parece fácil e incluso estúpido, pero al estar frente a esa almohada de color naranja, solo recordó el horrible color de cabello de Chelsey, sus palabras, arrrrg THOMAS ERA SUYO.


Sin saber cómo ni cuándo había tumbado la almohada al piso y se había sentado a horcadas, estaba golpeando sin control la estúpida almohada, por la gilipollas de Chelsey, el idiota de Thomas que no demostraba el mayor signo de atracción hacia ella, y por ella misma, por dejar caer tan fácilmente sus barreras, sin darse cuenta varias personas estaban intentando detenerla.


Para mala suerte de Tyler que estaba al frente estaba demasiado cegada, así que llevó un puñetazo en su mejilla, solo en ese momento reacciono completamente. MI-ER-DA.


Fin Flash Back.


Por supuesto José hablo con ella, le dijo que pudo apreciar que sus arranques eran inconscientes, era como en un trance, cosa que ella ya sabía, nadie lo sabia pero María, una niña consentida del instituto, no se había caído por las escaleras, ella le había dado una golpiza por mencionar a su progenitora, no sabía cómo pero solo fue consciente cuando Jhon la arrastraba lejos del gentío, por supuesto María nunca dijo nada, tenía demasiado miedo.


Ese día había sido asqueroso, para ambos, los fantasmas del pasado siempre le pisaban los talones, amenazando con desequilibrar sus vidas.


                                                                             . . .


-PAMPLINAS, Como te extrañe- Thomas sin ninguna delicadeza, abrazó y alzó por los aires el delicado cuerpo de Emma, en las semanas que llevaban hablando se habían puesto toda clase de apodos cursis. Pamplinas era uno que Thomas le había colocado al escucharla usar esa expresión para no maldecir.


-Oh bebe me estas asfixiando- le contesto con voz chillona, muy de telenovela.


-Y lo hare cada vez que me digas "bebe"- la soltó al fin, pero ambos extrañaron rápidamente el calor corporal del otro.-¿Sabes? Traje mi guitarra, a ver qué tan "hábil" eres con ella- Rodo los ojos, aun no creía que ella tocara la guitarra tan bien como presumía.


-Venga vamos al árbol y te demostrare mis habilidades- Obviamente ambos se sonrojaron por el doble sentido de esas palabras, esas pequeñas cosas no dejaban de sorprenderlos.


Una vez sentados debajo de árbol, empezaron a hablar, Thomas eludiendo el tema de su almuerzo familiar, y Emma el capitulo en clase de manejo de la ira. Emma había saltado algunas cosas grupales solo para estar con Thomas.


Obviamente él se maravillo al darse cuenta que Emma era bastante talentosa no solo con la guitarra, también tenía una voz hermosa, y lo demostró al tocar "The Only Execption" de Paramore, no sabe por qué pero creía que le dedicaba esa canción, se estaba volviendo un pendejo de mierda.


-Chelsey me invito a salir-Dijo Thomas como si nada.


Emma se atragantó con su propia saliva, y vio todo rojo. -¿Ah sí?- su tono era mordaz- ¿Y que le dijiste?- Puso una sonrisa falsa, como las que acostumbraba.


-Que no-Thomas suspiro, aun no sabía por qué había hecho aquello, Chelsey era bonita, y seguro un buen polvo, pero solo tenía a Emma en su mente, condenada chiquilla. Sintió como los brazos de ella lo estrujaban fuertemente. Solo pudo corresponder el sorpresivo abrazo.


-Gracias destellos- se burló nuevamente de la tonalidad de su cabello bajo el sol.


-¿Por qué?-Preguntó confundido.


-Por evitar un homicidio- rio sinceramente. Lo miró fijamente, acarició con delicadeza su mejilla. Poco a poco fueron acortando la distancia. Una vez sus labios estuvieron unidos, ambos gimieron, él mordió suavemente su labio inferior, ella abrió lentamente su boca permitiendo el paso de su lengua, y llevo sus manos al cuello de él, donde jaló fuertemente los mechones de cabello, para acercarlo aun mas, si eso era posible.


El beso fue subiendo considerablemente de tono, sus lenguas batallaban de forma armoniosa. Él la cargo por la cintura, y la sentó en su regazo, enredó sus manos en su hermosa cabellera rubia, mordía sin control sus labios, jadeaban en busca de aire pero eso era lo de menos en ese momento. Las manos ansiosas de ambos se paseaban por el cuerpo del otro, pero las de Thomas reclamaron sus nalgas como sitio favorito, poco a poco la acercó más a su creciente erección, gimieron. Y automáticamente a Thomas le llego un poco de oxigeno al cerebro, y de mala gana se separo de Emma. Estaba adorable con sus mejillas sonrosadas y sus labios hinchados, sin esfuerzo la movió fuera de su regazo, Emma abrió la boca para emitir alguna palabra, pero inmediatamente la cerró.


-Esto está mal-Finalmente fue Thomas quien rompió el silencio.


Emma sin pensar muy bien lo que hacía, se colgó de su cuello, y Thomas se tensó en respuesta.


-Por favor-suplico en un susurro- te necesito- y era verdad ella lo necesitaba, como jamás necesito a nadie, con él se olvidaba de sus miedos, de sus barreras, con él podía reír, ser ella misma. Lo necesitaba, porque se había enamorado como una tonta.


-No, Emma, yo... Lo siento- se levanto, y evito mirarla, se alejó, por la mejillas corrían lagrimas, su rechazó se sintió como mil punzadas en su pecho. No lo entendía, pero el dolor le dio paso a la rabia, ERA UN ESTUPIDA... Había entregado su corazón sin más ansiando algo que su propia madre le negó, siempre quería más, era obvio que él la quería o al menos apreciaba como amiga. Cogió la guitarra, y salió corriendo en la misma dirección que él.


El plan claramente era partirle su preciada guitarra en la cabeza. Pero cabeza de zanahoria se atravesó en su camino.


Ella... Si no se hubiera enterado de sus intenciones con Thomas, tal vez nada de eso hubiera ocurrido. Cerró sus puños alrededor del instrumento.


Chelsey hablaba animadamente con su amiga de cómo lograría sacarle un sí a Thomas en la próxima invitación, él solo le había dicho que tenía planes, y para ella eso era dejar la opción abierta.


Sin darse cuenta había golpeado a Chelsey en la cabeza con lo más preciado de Thomas, cuando la pelirroja cayó al suelo, se abalanzó sobre ella.


-MALDITA- La chica con la que hablaba Chelsey solo gritaba por ayuda, la pelirroja estaba prácticamente inconsciente y esa loca la estaba golpeando fuertemente.


Cuando unos enfermos lograron separarla del cuerpo magullado de Chelsey, Emma sentía la adrenalina correr por sus venas, pero solo pudo llorar con más fuerza. ¿Por qué? Con esto último cayó en la inconsciencia, solo quería morir, eso no era pedir mucho...

Capitulo 4
Estaba desconcertado, el dolor en su pecho se acrecentaba a medida que los minutos pasaban, ella era el bálsamo para sus heridas, su cura, pero no podía permitir que aquel ángel de alas rotas lo despreciara con el tiempo, pues el sabia que lo haría, todos lo hacían. Pero muy en el fondo sabia que la verdadera razón era que aun estaba atado al fantasma que llevaba las riendas de su mente, su amor de niño inocente por su querida Amelia, a quien no supo apreciar y con el alma pendiendo de un hilo, presenció cómo su cuerpo perdía calor, como su corazón dejaba de latir. ¡Y TODOS POR SU CULPA! Se lo reprochaba cada segundo de su maldita vida. Su familia también lo creía culpable.
Pero ahora ese pequeño torbellino rubio traía algo de luz a su vida, pero tenía que rechazarla, antes de herirla.
Enfermeros corrían por el pasillo pero él no le daba importancia, solo podía pensar en lo que había pasado.
Un grito lo saco de su ensoñación, y vio como Christina corría detrás de Ernesto quien estaba pálido.
-¡¿Que mierda le paso a esa chiquilla?!- era lo único que pudo escuchar de aquel corpulento hombre.
-¡SE HA VUELTO AUN MAS LOCA!- La voz de Christina aumento unas cuantas octavas-Pobre Chelsey!-
Y fue cuando cayó en cuenta del cuerpo adormilado de Chelsey en la camilla. Su cara estaba llena de pequeños moretones que estaban tomando color, su frente y labio inferior sangraban, al igual que una raspadura en su mejilla.
-¿Que ha pasado?- Pregunto Thomas con voz monocorde. Christina sonrió pensando que estaba preocupado por su amiga, cuando en realidad solo quería distraerse.
-Aquella chica loca, la Rubia Siniestra, se ha vuelto loca, ha golpeado a "Chels" en la cabeza con una guitarra...- Christina seguía parloteando con voz lastimera, pero Thomas había escuchado poco, solo sabía que Emma había perdido el control.
-Tuvo un ataque emocional- agrego Ernesto como si nada, consiguiendo la atención de Thomas- Ella no estaba progresando mucho que digamos, pero se veía controlada, y explota de la nada.
-Se volvió loca- dijo con voz ronca Chelsey que había recuperado la consciencia minutos atrás, pero se había quedado escuchando como buena chismosa.
-O más de lo que ya estaba- agrego Christina y Thomas quiso matarlas a ambas.
-No digan eso- reprendió Ernesto- No es la primera vez que un paciente estalla ante la presión de abandonar sus ideales erróneos de la vida.
-Que les digo que esta tostada- concluyo Chelsey con voz maliciosa a pesar del dolor de todo su cuerpo, principalmente aquellas punzadas en su cabeza.
-¡QUE TE CALLES!- Grito Thomas, Chelsey y Christina dieron un respingo, Ernesto lo miro confundido pero no dijo nada.
Thomas sabía que era su culpa y solo quería correr a abrazarla, sentía que debía hacerlo, quería hacerlo. Pero luego desaparecería, la había lastimado sin proponérselo.
-¿Dónde esta?- Pregunto con un nudo en la garganta.
-Con la Sra. Dalia, se ha desmayado, todo fue tan bizarro.
-Tommy- dijo Chelsey con voz nasal, Ernesto solo rodo los ojos- Quédate por fa- e hizo un patético puchero.
Más Thomas no le presto atención y se giro sin decir más.
Emma miraba fijamente por la ventana, sin prestar mayor atención al paisaje, los rastros de lágrimas surcaban sus mejillas, cada bombeo de su maltrecho corazón era un recordatorio del rechazo, era solo una coraza vacía, se había permitido bajar sus defensas y se lamentaba cada minuto.
Sintió que abrían la puerta mas no se volteo.
-Emma- susurro, le dolía verla con la mirada perdida, parecía un animalillo a punto de ir al matadero. Se veía especialmente frágil, sus facciones se veían tristes-Emma-volvió a llamarla.
Ella volteo pero no había furia ni odio en su mirada, hubiera preferido mil veces que así fuera, que ver el dolor latente en eso pozos de marrón opaco. Sintió como si clavaran un puñal en su corazón.
Ninguno dijo nada, Emma ni siquiera pestañeaba, se veía tan frágil, tan rota, lentamente Thomas llego a su lado.
- ¿Por qué?- susurro Emma al cabo de unos minutos.
¿Por qué? Esa era la misma pregunta que se hacía Thomas ¿Por qué no podía dejar el pasado atrás? ¿Por qué la única oportunidad de ser realmente feliz la había desperdiciado? Era una maldita sombra de hombre, cuando murió Amelia murió el con ella. No quería seguir adelante ¿Qué caso tenia? A su parecer ninguno.
-No tengo ni puta idea- respondió con sinceridad.
-Thomas, no lo entiendes, yo jamás permití que nadie atravesara mis barreras, y solo estas tu ahí con tu sonrisa de chico popular y lo haces… ¿Sabes jamás había besado a nadie? Cualquier contacto era el de fumar del porro de otro chico-rio sarcásticamente- ¡YO QUERIA MORIR! Solo tú me haces ver las cosas de otra forma, pero me rechazas.
Thomas lo sabía, ella no era una persona de interactuar con otras, y eso le dolía, le ponía una responsabilidad sobre sus hombros que no quería. Debía cortar todo de raíz, y eso le dolió, no quería perderla ya fuera como amiga, pero sabía que siempre querría más y era algo que él no podía permitir.
-Emma escúchame, eres joven, hermosa, no entiendes, no me conoces…
-¡NO ME VENGAS CON ESO! Yo estoy dispuesta a conocerte, porque Thomas ya no hay vuelta atrás… Siento que yo te a…
-¡NI SE TE OCURRA DECIR QUE ME AMAS! No lo entiendes, soy un monstruo, no tengo alma, no puedo amar, ¡NO QUIERO HACERLO!
Emma había retomado su llanto en silencio, ella lo sabía, lo presentía, no sabía que era más doloroso, el rechazo de su madre o el de Thomas, jamás conoció a su madre, no la recuerda, y esa mujer que abandono a su pequeña hija no merece ese título, pero Thomas las últimas semanas se había vuelto tan importante para ella, junto a él reía con frecuencia.
-Solo vete, quedo muy claro que no me quieres-corto Emma como siempre orgullosa, no queriendo que él la viera peor de lo que ya estaba.
-Emma…- Pero no podía decir nada, ella le estaba dando una salida fácil, solo tenía que mentir, decirle que ella no significaba nada para él… ¿Mentir para encontrar una salida fácil o luchar por alguien que en realidad valía la pena?
Como la rata cobarde que era decidió el camino fácil, no creía tener las fuerzas suficientes para luchar por su felicidad, dejaría atrás la única persona con la que se siente completo, feliz desde hace años.
-Lo mejor Emma es que no me vuelvas a ver, no era mi intención que te ilusionaras cuando yo no…- Trago y su manzana de Adán se movió con fuerza-… no sentía más que simpatía.
Se levanto sin mirar atrás y salió de la habitación, eso era todo, solo le quedaba seguir con su vida como si nada hubiera pasado pero sabía que eso no sería tan fácil.
Emma solo dejo que las lagrimas fluyeran, ya nada tenía sentido, pero ella no era de las que se rendía fácilmente, no se deprimiría por Thomas, seguiría su vida, como no lo hizo en años, solo quería salir de esa cárcel, y disculparse con Michael y Amanda, ellos no tenían la culpa de lo podrida que estaba. Eran los únicos que la amaban, y comprendió que ella no merecía ser amada, tal vez Thomas si se había dado cuenta de eso. 





Capitulo 5
La felicidad es solo una ilusión, mientras más alto se está más dura es la caída, como explicar la sombra de persona  que había sido esos días… no había manera, Michael pensó que la rehabilitación sería buena idea, pero su pequeña se veía más destruida que nunca y eso le preocupaba, aunque ella de forma ambigua intento disculparse por todo pero un padre siempre sabe cuando algo va mal, y  el no era la excepción después de tanto tiempo intentando creer que su familia era perfecta acepto a su hija como era.
-Emma, no has tocado tú comida-Dijo Amanda con voz dulce.
-No tengo mucha hambre-susurro como niña pequeña, porque aun estaba avergonzada de su comportamiento con aquella mujer que jamás le hizo daño.
-Eso dices siempre-Intervino su padre.
-No importa, yo se que Dany se comerá esto por mi-Daniel se sonrojo profundamente, aun no estaba acostumbrado a que su hermana lo tratara de esa forma, muchas noches soñando con aquel día en que su hermana le grito que lo odiaba, y siempre rezaba porque lo quisiera como él a ella, y por fin alguien escucho sus plegarias.
-Claro, yo soy tu caballero en brillante armadura-Sonrió, enseñando su dentadura con un diente faltante.
-Siempre-Emma se paro y le dio un beso en la cabeza, aun era incomodo, pero Amanda estaba feliz, aunque sabía muy bien que Emma no estaba bien del todo.
Emma se encerraba horas enteras en su cuarto, al principio escribiendo cosas sin sentido dirigidas a él siempre a él, hasta que su escritura se convertía en largas cartas de más de 3 páginas, todos los días, sin falta, tenía en sus manos una carta que jamás le llegaría a Thomas, después de ese día no supo más de él, como había prometido, pero eso solo la desgarraba por dentro.
Querido Thomas:
¿Alguna vez has sentido que una mano extrae tu corazón y lo aplasta mientras tú observas? No sé si puedes responder esa pregunta, pero en pocas palabras eso fue lo que sentí, no lo entiendes, pero el rechazo es algo que me deshabilita en muchas formas, y tú la persona en la que confié en tan poco tiempo, me rechazo.
No puedo describirte lo que han sido estos días para mí, pero supongo que tendré que aprender a vivir con eso, con el vacio en mi pecho que jamás será llenado, mi mente, siempre traicionera me recuerda esos segundos tan preciados, donde me permití saborear el néctar dulce de tus labios, para que después llegara el caos, la muerte lenta y agónica, soy una sombra, solo un cascaron de persona, como, respiro y todo de forma mecánica, prefiero mil veces morir, a vivir eternamente con esta zozobra.
Todos los días te escribo, cientos de palabras perdidas, que no leerás nunca, es una forma de desahogarme, pero no es suficiente porque cuando termino el dolor en mi pecho se vuelve más agudo, como un puñal siendo clavado una y otra vez, mi padre está preocupado, puedo ver su cara de lastima.
La vida es tan rutinaria, no salgo mucho, simplemente no sé por qué sigo con vida, me siento tan inútil y estúpida, no podría describir mis días aunque lo intentara, es tan ilógico que me duela tanto tu perdida dado al poco tiempo que llevaba conociéndote, 1 mes, solo eso basto para que este destrozada por tu culpa.
Aun me pregunto por qué lo hiciste, me dijiste claramente que lamentabas que me hubiera ilusionado porque no significaba nada para ti, pero tú me demostraste lo contrario, por eso mi maltrecho corazón pensó en tomar un respiro, en soltar las ataduras que no permitían sentir. ¡Que error más grave el que cometí!
Podría escribir sobre lo mucho que te amo, como sueño todas las noches repitiendo una y otra vez aquel beso, que para mí fue lo más perfecto del mundo, pero corro peligro de tener una diarrea verbal y ser muy cursi, y eso de nada sirve porque yo no significo nada para ti.
Pero llámame loca porque prefiero escribir y creer que has leído todas las cartas, las recibirías si tan solo tuviera una dirección, tal vez en un momento de osadía te enviaría una de las tantas que guardo bajo llave, me conformo con escribir trivialidades pensando que estoy hablando contigo, como aquellos días ¿recuerdas? Cuando nos sentábamos bajo la sombra del grueso árbol del patio de aquella cárcel.
Como ya he escrito anteriormente, Michael ha decidido mudarse al centro de la ciudad, tal vez vivas cerca… No lo sé, nunca pregunte cosas tan insignificantes porque cada minuto a tu lado era preciado, y se escurría como agua entre mis dedos, procuraba absorber cada cosa que querías compartir conmigo, aunque la mayoría del tiempo solo te admiraba, la forma en la que te muerdes la mejilla cuando crees que has hablado de mas, o la forma en la que te humedeces los labios cuando estas nervioso, como te rascas la nuca cuando estas incomodo, lo siento si me he desviado del tema.
Como decía, ahora voy a un instituto del centro de Chicago, lleno de los clichés adolescentes, aunque una chica me ha caído realmente bien, tenemos casi todas las clases juntas, es muy tímida pero  cuando agarra confianza suele hablar hasta por los codos, se llama Mia, lo sé peculiar nombre.
Cuando lloro sin razón aparente ella me abraza, porque no me atrevo a hablarle de ti, te considero tan privado, que divulgar algo sobre ti es como pasar los limites, te guardo solo para mí, porque una parte muy estúpida de mi ser aun creer que hay esperanzas.
Yo solo quiero… que sepas que te extraño, ante todo eras mi amigo, y simplemente tragarme el nudo que se forma en mi garganta para no llorar como nena, necesito tanto una vía de escape… Eres algo intocable, algo puro a lo que ose poner mis ojos avariciosos encima…
Te amo con todo mi putrefacto ser.
Emma
Llorando como todos los días, doblo las hojas y las guardo en un sobre, para luego besarla y depositarla en la caja sin ninguna decoración donde guardaba las otras tantas cartas.
Era una rutina, un canal para sentirse comunicada con Thomas, pensar en él solo hacía que el vacio creciera de forma desesperante, y la arrastraba a las sombras donde todo era autocompasión.
Mia solo observaba y callaba, prestaba su hombro y palabras de consuelo aunque no conocía la razón de su lamento, Emma las primeras semanas, la ignoraba ya mucho tenia con cargar con la desdicha de tener  a Thomas siempre presente. Pero Mia no desistió, vio en ella una persona dañada que necesitaba afecto, se acerco poco a poco, ella vio que tenían cosas en común, Mia no era la señorita popularidad, por eso no tenía amigos verdaderos pero una corazonada le dijo que Emma podría serlo, y una vez se junto con Emma todos los ojos se posaban en ellas. Era increíble como paso a ser nadie a ser alguien conocido, todos adoraban a Emma aunque le dedicaba una mirada de desprecio a todos, pero parece que todos somos masoquistas porque intentaban acercarse a ella, algo tan intocable y perfecto, muchas la envidiaban por hacer babear  a tantos chicos, y sin embargo querían compartir con ella, porque la fama de “la nueva chica” era insignificante en comparación a la reacción que ocasiono Emma en tan poco tiempo.
Aunque eso poco le importaba a ella.
Thomas llegaba a su departamento y se servía un vaso de whisky, “será el ultimo, mañana no beberé” se decía todos los días, era como caer de nuevo en esa espiral, ese círculo vicioso.
Aun no lo entendía, estaba devastado por aquella chiquilla a la que tan solo trato unas cuantas semanas, pero no podía evitar reflexionar sobre la decisión que había tomado ¿Era la correcta? Decidió despreciar la oportunidad de ser feliz después de Amelia. Ya las pesadillas no eran sobre ella, ahora una chica rubia era la protagonista de sus sueños, y en todos acababa de la peor forma.
Quería negarlo, necesitaba negarlo, pero sabía que podía sentir algo más fuerte que simple cariño o atracción. Esa vena masoquista quería buscarla y probar de sus labios de nuevo, ¿Era posible volverse adicto a algo que probo solo una mísera vez? El tenia la respuesta, si, porque él estaba viviendo eso. Añoraba sus besos, sus caricias, aquellos sonrojos que solo con el se permitía, su sonrisa sincera y pulcra.
Las visitas a su familia disminuyeron ya tenía suficiente con su propia mierda, para que ellos le reprocharan cada cosa que hacía. Esmeralda no perdía tiempo y llamaba poniendo su tono de preocupación tan exagerado que a Thomas le provocaba un terrible dolor de cabeza, para saber cuando volvería a visitar. Esmeralda lejos de ser una madre sobre protectora, era una mujer que fallo múltiples veces con su único hijo, principalmente porque volcó su cariño hacia sus dos sobrinos y le negó a atención que necesitaba su pequeño.
A Carlos simplemente le daba igual, era un hombre con unos ideales muy fuertes, y Thomas era una decepción andante para él, siempre soñó con ver a un hombre hecho y derecho, pero no se preocupo en asegurarse de que eso fuera así, y el que no se permitía errores, le disgustaba que Thomas fuera su mayor error, más que un hijo, Carlos siempre lo considero como un activo que pondría en alto el apellido de su familia.  Pero no fue así, todo por culpa de aquella chiquilla que en paz descanse Amelia Torres.
Sus primos, a los que una vez considero hermanos, no le dirigían la palabra, y era mejor así, Alicia solo sabia reprocharle la pérdida de su amiga, aunque nunca considero a Amelia como tal solo era su perrito faldero, y Anthony jamás trato mucho a la muchacha para lamentar su muerte, y el de todos, el que menos hablaba siempre apoyo a Thomas, nada de lo que paso era su culpa, pero nunca tuvo las bolas para darle palabras de asiento ya que se ganaría la reprobación de sus padres y hermana.
-Tienes que venir pronto hijo-Decía Esmeralda con voz fingidamente dulce, Thomas solo pudo rodar los ojos.
-Realmente estoy muy ocupado últimamente-dijo con voz cansina.
-Todos te echamos de menos
-Claro, me lo imagino-era sarcasmo palpable
-Thomas por favor ven pronto, sería maravilloso si trajeras a una amiga.
-Chao, hablamos luego-Corto sin más, no quería a su madre insistiendo para que encontrara pareja
Thomas en los últimos días ha estado tentado a ingerir un poco de coca, solo un poco, pero ya estaba abusando con la pequeña dosis de alcohol diaria, así que se resistía, no podría hablar con claridad sobre los últimos 3 meses, no era consciente de nada, era como un robot en automático, iba a la universidad aunque no sabía por qué, comía aunque no sabía por qué, hasta el hecho de respirar le era incomodo, y unos ojos marrones  llenos de tristeza siempre lo perseguirían.
Pero tal vez el  universo no había acabado de burlarse de la desdicha de esos seres, tal vez le tenía preparadas más cosas y eso parecía, porque aquel día que Mia arrastro a Emma al centro comercial, fue el mismo día que Thomas decidió darse un respiro, y hacer lo que cualquier adulto joven haría, salir y por qué no comprar algunas cosas inútiles, el dinero no era problema, había decidido buscar un empleo, la herencia del abuelo no duraría para siempre.
-Tengo tanta hambre-decía Mia, Emma realmente no estaba prestando atención, hubiera preferido quedarse en su casa, escribiendo otra carta, pero Mia se había negado a dejarla deprimirse quién sabe por qué-Emma… ¿Me estas prestando atención?
-Sabes que no, así que no se por qué coño preguntas-Respondió con un humor de perro. Pero Mia hacia de oídos sordos, estaba medianamente acostumbrada a que Emma no guardara nada y decía lo que realmente pensaba.
-Pues es de mala educación,  yo como buena amiga estoy aquí sacándote de esa miseria y me sales con ese humor de perro, eres una desagradecida
-Yo no te pedí ayuda, es mas solo estoy contigo porque eres como una maldita garrapata muy fastidiosa, no me dejas en paz, estoy pensando que eres lesbiana o algo.
-Por supuesto que soy lesbiana, cuando voy a tu casa te robo unas bragas y las olfateo con placer.
Emma solo rodo los ojos, Mia nunca se tomaba sus comentarios en serio, y si lo hacía no lo demostraba, tal vez por eso la consideraba, no una amiga, una conocida cercana, si eso mismo.
-Deberías salir con alguien Emma, alguien que folle duro y te haga delirar así no recordaras lo que te atormenta-Seguía hablando Mia, mientras golpeaba impacientemente su pies contra el suelo, la bendita cola no se movía.
-No creas que todo se arregla con el sexo, como lo haces tú, quien lo diría, la tímida Mia Del Toro toda una ninfómana sin límites.
Mia soltó una risilla, las dos sabían muy bien que a pesar de no ser virgen, jamás había tenido sexo desenfrenado, de hecho era muy reservada.
-Por supuesto, no me puedo resistir a una gran, gruesa y brillante polla, de solo pensar en eso, se me quita el hambre… de comida-Las dos soltaron grandes carcajadas. Eso era lo bueno de Mia siempre lograba sacarle una sonrisa a Emma, pero lamentablemente eran momentos fugases, en los que se permitía simplemente olvidar, y desgraciadamente no era permanente.
Emma sintió un escalofrió, como una señal de que algo iba a pasar, lo que llamamos un sexto sentido, porque tal vez alguien allá arriba o donde quieran creer, nos manipula y nos usa como sus títeres de entretenimiento, poniendo obstáculos en los momentos oportunos, tal vez solo somos un circo, porque al ser tan complejos, somos idiotas y volubles. El universo siempre confabula en contra de alguien, tal vez porque sabe que eso lo llevara a la meta soñada, como quien dice si el resultado es bueno, no importan los medios.
Discretamente, examino el lugar de reojo, todo normal a esa hora el centro comercial estaba realmente concurrido, pero que mala jugarreta, Emma debió ser muy mala en otra vida para que estuviera pasando por aquello
Por eso delante de aquel puesto de comida Emma sintió como su corazón marchito volvía a funcionar para latir con fuerza al ver a Thomas observando la vitrina de la tienda de ropa de caballero, un poco mas allá de donde ella estaba.
Apretó la caja simple que llevaba siempre consigo, donde guarda las múltiples cartas que le había escrito… Y decidió que era hora de cerrar ese capítulo de su vida, si él no le interesaba lo más mínimo ella sabía que había intentado todo por demostrarle como se sentía.
Así que tomando coraje le indico a Mia que la esperara un momento y se encamino hacia Thomas.
Sus piernas temblaban de manera alarmante, temía que se desmayaría a mitad de camino, en sus labios morían lagrimas saladas, y recién se daba cuenta que había empezado a llorara silenciosamente.
Apretaba fuertemente la caja contra su pecho ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué le diría? ¿Debería dar la vuelta? Y otra interrogantes se acumulaban en su cabeza. Mia no puso atención hacia donde iba, pues la cola había empezado a moverse.
Thomas estaba examinando la vitrina, había una camia que le llamaba mucho la atención, pero simplemente era un gasto innecesario, era muy costosa, y había decidido no usar la herencia de su abuelo, era hora de valerse por sí mismo, así que con un suspiro se preparaba para darse vuelta, cuando lo vellos de su nuca se erizaron.
Emma estaba detrás inmóvil, y cuando Thomas por fin volteo y sus ojos se encontraron solo vio la duda reflejada en las facciones del chico. Estaba allí, y solo quería abrazarla, y decirle lo mucho que la quería y la había extrañado, se veía peor que el día en que le dijo adiós.
Tenía bolsas bajo sus bellos ojos, y estos estaban rojos, rastros de lagrimas surcaban sus mejillas, estaba mas pálida que lo usual y se veía tan pequeña, apretando fuertemente a su pecho una caja rectangular sin mucho detalle.
-Emma…-Su nombre en los labios de él fue como una cachetada que la despertó del transe en que estaba, realmente había tomado coraje para acercársele, pero ¿Qué hacia ahora? Y algo en su cerebro hizo clic, era la oportunidad de entregarle aquellas cartas que eran un portal a su inexistente corazón.
-Toma…-Ni ella misma reconoció su voz, estaba ronca y algo inentendible gracias al nudo que se le formo en la garganta, Thomas frunció el ceño porque claramente la caja era para él, pero ella seguía aferrándose a ella como si en ello se le fuera la vida.
-No entiendo ¿Qué… que es eso?-Thomas también tenía dificultades para hablarle… tres largos meses, y es como si ese lapso hubiera sido solo un mal sueño, quería tomarla en sus brazos y besarla, a la mierda su vida eso haría, cuando dio un paso para acercarse, Emma por instinto dio un paso atrás y le tendió la caja para poner distancia. Thomas sintió un retorcijón en su corazón.
Cuando Thomas tomo la caja, Emma salió corriendo, era infantil, pero no quería tenerlo cerca, y a la vez quería fundirse en sus brazos. Mia vio a Emma correr a la salida y con los ojos abierto dirigió la mirada al guapo muchacho que tenia la vista perdida por donde Emma había desaparecido, parecía una estatua, apenas sosteniendo la que reconoció como la caja de su amiga, aquella de la cual nunca se separaba, y no tenía idea de su contenido, quiso ir y preguntarle quien era, pero le urgió ir en busca de Emma para saber si estaba bien.
Thomas miro la caja como si fueran a salir de allí los misterios del universo, ¿Qué había sido eso? Le hubiera gustado verla compuesta, para que el dolor solo fuera dirigido a él, ver como lo había superado, pero solo le dejo el amargo sabor, de que la había herido más de lo que creía.
Resignado, se encamino al estacionamiento en busca de su Harley, deseaba fervientemente que Emma aun se encontrara por los alrededores, pero desistió luego de dar varias vueltas. Una vez llego a su departamento, tuvo la ilusa idea de que se trataba de un bomba.
-¿Qué es esto?- articulo en voz alta, bufando simplemente abrió la maldita caja, para encontrar cientos de sobres… ¿Por qué Emma le daría una caja llena de… cartas?
Escogió una al azar y cuando la abrió se dio cuenta de lo que era, tomo otra y así hasta que paro para tratar de calmar su respiración, todas las cartas empezaban con un “Querido Thomas”

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